jueves, 3 de julio de 2008

Lo social profundo del nudismo

Pensá que las distinciones sociales de una persona respecto a las demás en los espacios públicos se realiza por la forma en que se viste, principalmente el valor de su ropaje y la simbología que conlleva su atuendo, en especial los signos que adscriben a instituciones de poder.
Esta primera aproximación es la que nos ubica en contexto y con un torrente de mensajes visuales (un lenguaje simbólico multidimensional) nos ajusta el marco referencial para interactuar con los otros.
Luego, en la proximidad del lenguaje hablado (lenguaje unilineal, primero se dice un mensaje, luego lo que sigue) se ajusta la caracterización del rol social de las personas según la forma en que se comportan y hablan, pero la primer impresión que nos ordena la distancia y relación social que nos vincula con los demás es su presencia personal en atuendos y actitud de pose.
Esto ocurrió desde la época de las cavernas hasta nuestro presente en la vida citadina. Somos animales que nos orientamos simbólicamente a través del Lenguaje, no sólo del habla, sino principalmente a través del Lenguaje Corporal, dentro del cual lo hablado es una especificidad.
Piénsese lo que ocurre con las marcas “top” que nos adscriben a una esfera social y a unas características de identidad. O cómo nos comportamos al ver los uniformes de médicos, policías, barrenderos, etc. En estos casos observamos el rol.
En los dos últimos siglos pasados, marcar las diferencias socioeconómicas era altamente valorado, no en vano se los considera los siglos de mayor materialismo, por lo que la riqueza y suntuosidad de las vestimentas era priorizada y el desprecio social más impune y palpable.
Véase entonces que el uso de ropas y el grado de desnudez, además, como siempre, de depender del contexto, tiene significaciones meritoriamente diferentes según la época histórica en que se plantea.
Pero en todas ellas, en toda cultura, la desnudez total (sin cadenitas, sin anillos, sin pinturas ni tatuajes) libera al hombre de portar símbolos de ordenamiento social y el sujeto queda inmerso en un aura de atemporalidad, inespacialidad y aculturidad al ser visto en su primera impresión por los otros. Y esto es esencial para comprender nuestra mentalidad.
Sobre ese halo, en segundo lugar, inconsciente y mecánicamente se ponen en escena todas nuestras fantasías, metáforas, revivencias de traumas y represiones que nos hacen que veamos mucho más de nosotros mismos que del otro que está desnudo.
Esa es la función del Lenguaje, por vivir en él portamos la continuidad histórica de nuestra cultura, él crea los mensajes en nuestra mente. Liberarnos de esa mecanicidad significa profundizar las opciones que ese Lenguaje Simbólico Corporal contiene con el otro como ser legítimo per sé, y equilibrando todas nuestras raíces culturales.
Para ello detenete a observar que es lo que te decís a tí mismo mientras estás desnudo, date cuenta, no te juzgues por ello ni te identifiques.
Por ello compartir el desnudo, nos da la oportunidad de subir un nivel por encima de los símbolos programados y darnos cuenta cuanta historia hay allí, ¡personal y de siglos!. Paradojicamente entonces, el nudismo del cuerpo es una forma de espiritualizar nuestra mente.

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