jueves, 3 de julio de 2008

Raíces culturales del nudismo

Hagamos un viaje al pasado para situarnos históricamente en las raíces de nuestra civilización, y poder así arrojar luz en los anales de nuestra mentalidad..
Occidente ha conservado en su cultura popular, tanto como en el arte y en el pensamiento culto, una sensibilidad dominada por la herencia de los siglos de oro griegos, helénicos y romanos donde se contempló la belleza natural de la figura humana en proporciones idealizadas.
Ya los griegos eran portadores de modelos egipcios de representación del cuerpo a la que añadieron primero realismo figurativo y luego idealización.
Más atrás aún, la corriente nómade aria movida por los cambios climáticos de 7000 años antes del presente trasladó su tradición desde el centro de Asia sincretizándose con los pueblos originarios de la India, implantando sus dioses védicos y el sánscrito, mientras que otras ramas derivaban hacia el subcontinente europeo con sus bagajes de tradición guerrera épica moral y, espiritual donde se idealizaba al cuerpo por un lado y se denostaba la existencia terrena por otra mediante ritos purificatorios.
Tomando la tradición griega iniciada unos 3000 años atrás, reformulada por los romanos, nuestra cultura ha conservado a través de los siglos las esculturas y obras sobrevivientes otorgándoles en sentido clásico para convertirlos en modelos de belleza, perfección y hegemonía, modelos sobre los que las generaciones y autores posteriores se han inspirado tanto para revaluarlos y exagerarlos (gótico, renacentismo y época barroca) como para ocultarlos, fragmentarlos y negarlos (la edad media, cubismo, abstracción, entre otros) pero de ningún modo serles indiferentes.
Del mismo modo que en el arte, ha ocurrido esto con la figura humana en los usos sociales del cual la historia del arte es expresión.
Piénsese simplemente en la obra manierista y barroca de Miguel Ángel y sus posteriores intervenciones de censura con paños pintados encima para ocultar los desnudos, hasta el valor exacerbado de lo auténtico hoy con las restauraciones exquisitas que buscan descubrir las auténticas líneas de los cuerpos diseñados por el autor.
Este ir y venir por paradigmas “centrados en y alejados del” cuerpo, de separación binaria cuerpo-espíritu y reintegración romántica (en el superhombre, en los “superheroes”), ha creado de por sí en nosotros una riqueza y una serie de formas de ver y comprender los cuerpos con sus diferentes caracteres.
Por ello, para todos nosotros, la consideración “hacia y la mirada de” nuestro propio cuerpo, o el de otros, desnudos, lo que menos tiene es inocencia o simpleza, y lo que más una profunda y piadosa valoración estética. Y en el medio un berenjenal de prejuicios y valoraciones éticas.

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