viernes, 8 de agosto de 2008

Preparate para el verano de 2009

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jueves, 3 de julio de 2008

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Desnudarme ante otros, complejidad y trascendencia

El hecho de desnudarse frente a otro, luego de que pasamos nuestra primera infancia y con ello varios pasos de nuestra socialización inicial, adopta varias formas ritualizadas en las cuales se pone a prueba nuestra identidad y el vínculo con el otro.
Piénsese sin ir muy lejos el caudal de emotividad, prohibiciones, fantasías y repulsiones que se originan en el desnudarse frente al otro. Pero no reprima lo que emerge pretendiendo hacerse el superado... sea preciso y reconozca lo sentido hasta en la mínima expresión, frente a ese otro que puede ser:
- un médico
- alguien del sexo que nos gusta
- un amante
- nuestros padres
- un amigo de gimnasio
- detenido en la comisaría
- sorprendido orinando tras un árbol
- frente a un público que adora nuestras formas en striptease
¿chequeó su mente, los matices de su emoción? ¿que se dijo a sí mismo? ¿se sintió inseguro?
Esto dicho, esboza un camino para internarnos en los patrones estructurales de nuestra mentalidad nudista. El mostrar nuestro cuerpo desnudo tiene varios niveles de observación:
en primer lugar muestra acerca de nuestro cuidado personal, si estamos en forma para con el ideal imperante, si estamos higienizados, etc
la historia de nuestros traumatismos a través de nuestras heridas y cirugías
la postura y zonas donde el cuerpo se deforma por la tensión muscular o el dolor
nuestra vitalidad, frente a la temperatura ambiente y el rubor de nuestra piel
nuestros usos como tatuajes, aros, baños de sol, recorte de bellos
nuestros movimientos, la flexibilidad y coordinación
y nuestra actitud al estar desnudos, la exitación de primera vez, timidez, pudor
Todos estos niveles entran en juego interactivo con el otro ser social que recibe nuestra presencia. Y puesto que en nuestra cultura no es un uso habitual el estar desnudo, potencia la complejidad y trascendencia que existe de por sí en la relación con el otro.
Sobre esto puede exponerse mucho, pero para no ser extenso en un artículo de internet, suspenderé aquí y sugiero experimentarlo en forma práctica dentro de grupos que recién empiezan con su nudismo.

Lo social profundo del nudismo

Pensá que las distinciones sociales de una persona respecto a las demás en los espacios públicos se realiza por la forma en que se viste, principalmente el valor de su ropaje y la simbología que conlleva su atuendo, en especial los signos que adscriben a instituciones de poder.
Esta primera aproximación es la que nos ubica en contexto y con un torrente de mensajes visuales (un lenguaje simbólico multidimensional) nos ajusta el marco referencial para interactuar con los otros.
Luego, en la proximidad del lenguaje hablado (lenguaje unilineal, primero se dice un mensaje, luego lo que sigue) se ajusta la caracterización del rol social de las personas según la forma en que se comportan y hablan, pero la primer impresión que nos ordena la distancia y relación social que nos vincula con los demás es su presencia personal en atuendos y actitud de pose.
Esto ocurrió desde la época de las cavernas hasta nuestro presente en la vida citadina. Somos animales que nos orientamos simbólicamente a través del Lenguaje, no sólo del habla, sino principalmente a través del Lenguaje Corporal, dentro del cual lo hablado es una especificidad.
Piénsese lo que ocurre con las marcas “top” que nos adscriben a una esfera social y a unas características de identidad. O cómo nos comportamos al ver los uniformes de médicos, policías, barrenderos, etc. En estos casos observamos el rol.
En los dos últimos siglos pasados, marcar las diferencias socioeconómicas era altamente valorado, no en vano se los considera los siglos de mayor materialismo, por lo que la riqueza y suntuosidad de las vestimentas era priorizada y el desprecio social más impune y palpable.
Véase entonces que el uso de ropas y el grado de desnudez, además, como siempre, de depender del contexto, tiene significaciones meritoriamente diferentes según la época histórica en que se plantea.
Pero en todas ellas, en toda cultura, la desnudez total (sin cadenitas, sin anillos, sin pinturas ni tatuajes) libera al hombre de portar símbolos de ordenamiento social y el sujeto queda inmerso en un aura de atemporalidad, inespacialidad y aculturidad al ser visto en su primera impresión por los otros. Y esto es esencial para comprender nuestra mentalidad.
Sobre ese halo, en segundo lugar, inconsciente y mecánicamente se ponen en escena todas nuestras fantasías, metáforas, revivencias de traumas y represiones que nos hacen que veamos mucho más de nosotros mismos que del otro que está desnudo.
Esa es la función del Lenguaje, por vivir en él portamos la continuidad histórica de nuestra cultura, él crea los mensajes en nuestra mente. Liberarnos de esa mecanicidad significa profundizar las opciones que ese Lenguaje Simbólico Corporal contiene con el otro como ser legítimo per sé, y equilibrando todas nuestras raíces culturales.
Para ello detenete a observar que es lo que te decís a tí mismo mientras estás desnudo, date cuenta, no te juzgues por ello ni te identifiques.
Por ello compartir el desnudo, nos da la oportunidad de subir un nivel por encima de los símbolos programados y darnos cuenta cuanta historia hay allí, ¡personal y de siglos!. Paradojicamente entonces, el nudismo del cuerpo es una forma de espiritualizar nuestra mente.

¿qué es la desnudez forzada?

Por otra parte, la identidad de la persona se construye socialmente con las significaciones que tienen sus relaciones con los demás, y que como venimos diciendo, tiene en la vestimenta su primer mensaje de codificación, por lo que alterar su vestir es inducir cambios en sus relaciones, en el modo de ser visto y en el modo de verse y situarse a uno mismo en la sociedad.
Por ello, cuando se despoja forzadamente a una persona de sus ropas, y ello ha ocurrido en todo tiempo histórico, se ha querido despojarla de parte de su identidad social, de los diacríticos que la ubican en el universo de relaciones culturales, económicas y sociales. Esto lo realizan sistemáticamente todas las instituciones represivas... y recuérdese pues viene al caso, como la Biblia relata el modo en que Jesús fue despojado de sus ropas luego del juicio y antes de la crucifixión.
Al forzar la desnudez se ejecutan actos de humillación y despersonalización, ¡ repartirse las ropas, despojar a una persona de lo que la cubre, son actos inhumanos !
Esto sigue haciéndose hoy día. Incluso romper las ropas sin quitarlas del todo intenta afectar la identidad, tal el caso de las pasiones excitantes, las represiones de manifestantes públicos, las violaciones. El efecto es un shock alterador de la identidad, y por tanto que facilita el abuso.

lugares nudistas ¿opcional u obligatorio?

En muchos aspectos considero que no se relaciona, aunque no debemos ser ingenuos sin más ni más.
En primer lugar debemos decir, para quienes no conocen el tema, que los lugares donde se realiza nudismo se caracterizan por dos modos muy discutidos y excluyentes
- grupos y sitios con nudismo opcional
- grupos y sitios con nudismo obligatorio
En el primero se admite la presencia de personas que por cualquier razón permanecen con parte de sus ropas o totalmente vestidos, sin que se les requiera ningún tipo de explicación.
En el segundo lugar no se admiten, salvo que especifiquen sus razones que son aprobadas o no por el grupo.
Me inclino a pensar la argumentación desde dos vertientes, una es la adscripción a la membresía de un grupo, y la otra el control de aspectos personales por parte del grupo.
Desde la primer vertiente, todo grupo define expresa o tácitamente las características específicas de reunión y afinidad de sus miembros, y en el caso del nudismo como práctica corporal es lógico que así se cumpla.
Más en las vicisitudes de la vivencia personal, ninguna carga normativa rígida puede acompasar las necesidades íntegras del intercambio y el compartir socialmente. Obligar a una persona a explicarse o excluirse de un grupo de pertenencia, que pretende la apertura mental y un espacio de socialización natural y sencillo como el nudismo, es a mi modo de ver, grotesco, poco abierto y a veces brutal para las concepciones de libertad, de expresión y de acogimiento amoroso a que aspiro en mis grupos de relación.
Explicarse a un grupo capaz de ejercer la censura y la exclusión acerca de una sensación de frio no tendría connotaciones, pero, pensemos hacerlo ante gente poco conocida y acerca de la intimidad personal propia en que podemos estar atravesando una enfermedad, alteración de la piel, deformidad orgánica, deformidad de la autoimagen, sensibilidad afectiva, indisposición menstrual o cualquier otra cuestión que atañe a la privacidad personalísima del ser humano.
Me parece que es ejercer un acto de violencia psicosocial rayano al despojar forzadamente de sus ropas a una persona en nombre del ideal de grupo.
Los riesgos de malosentendidos, comentarios inoportunos y hasta la prohibición lisa y llana de participación temporal que impone el nudismo obligatorio, me resultan una vuelta atrás al espíritu de tolerancia, aceptación y vuelta al naturalismo que explicité en el devenir histórico de esta práctica dentro de nuestra cultura occidental.
Ningún cambio social ni psicológico profundos devienen por normativas, sino por el generar contextos donde las personas puedan probar nuevos comportamientos gradualmente y recibir aprobación, estima, respeto y legitimidad en el tiempo.
Dada la complejidad que el nudismo tiene en nuestra mentalidad históricamente conformada, y de lo que he hablado en otros apartados, toda persona que se inicia o tantea esta filosofía práctica debe ser recibida con contención y libertad por quienes se han adelantado en ella.
De otro modo me parece que es actuar buscando adeptos y manipulando grupos.
Las objeciones que plantean quienes se inclinan por la obligatoriedad generalmente pasan por sentirse observados y a veces en minoría en los espacios nudistas optativos.
Al respecto he reflexionado mucho, y hoy pienso que en ámbitos privados está muy bien que hayan grupos auto excluyentes con normas de obligatoriedad, más no así para espacios públicos o de convocatoria general o con un fin de cambio y transformación personal.
Pienso también que quien se halla molesto o inhibido por la mirada de los demás, nudistas o no nudistas, puede ser que se esté forzando a estar en un lugar equivocado donde se hace voyerismo – exhibicionismo, o bien está proyectando escenas del Lenguaje Histórico Colectivo de un modo que domina su propia realidad y que lo desafía a sobreponerse a su propio pensamiento narcisista.
Afirmarse con autonomía en la seguridad corporal-emotiva, implica gozarse sin caer preso de los símbolos con los que uno cree que los demás lo miran.

El nudismo como parte de la identidad

Dijimos que el nudismo emerge en el siglo XX como reacción a un pasado.
Recordemos que la primer mitad de ese siglo fue de gran desilusión por los resultados que obtuvieron las sociedades más desarrolladas del mundo, más democráticas, económicamente más prósperas, y socialmente más complejas, creídas en la cúspide de la civilización, cuando se devoraron cruel, salvaje y sofisticadamente en dos guerras mundiales fratricidas, amen de unas cuantas decenas más de guerras menores sucedidas en torno a sus ámbitos de expansión imperial.
Desilusión también generada por la inconciencia de sus movimientos ideológicos totalitarios y antihumanos, que exacerbaron el orden institucional para sujetar y homogeneizar a las personas, el bien del estado y el mercado a costas de la libertad, la singularidad y la expresividad del ciudadano.
Lo que todas las naciones, salvo Estados Unidos de América, obtuvieron con las guerras fueron aniquilamiento mutuo, desvastación y reducción de la vida a la sobrevivencia primaria. Ello fue así en casi toda Europa y parte de Japón.
Ante la desesperanza y dolor, quienes no cayeron en el nihilismo, reconstruyeron los paradigmas sociales con mayor flexibilidad, buscando un equilibrio respecto al materialismo e institucionalización de la vida, para que lo sensible, natural y espiritual emerja.
Entre ellos la sociedad comenzó a dar un viraje fundamental: las personas dejaron de adscribir su personalidad por roles definidos institucionalmente y buscaron una mayor espontaneidad en la selección de sus caracteres personales únicos, los rituales de pertenencia se hicieron más laxos y el sentimiento de observancia de la norma dio paso a una ética mas personal y consumista.
Dentro de esas tendencias de época el tomar y soltar símbolos de identidad, según los círculos de relación en los que se participaba, se hizo más habitual.
A mi modo de ver, el énfasis en respetar las libertades individuales por sobre las pretensiones de estado, rediseñar las instituciones al servicio de los gustos de la gente, el derrumbe ideológico al recordar los tremendos esfuerzos demandados para llevar adelante las guerras guiados por slogans autoritarios, liberaron el ánimo de las personas para estarse en el área neutral de su personalidad, tolerar en el otro la indefinición de rol y descansar en personalidades más flexibles y laxas.
Y en ese contexto es donde el nudismo apareció como práctica valida, una manera de naturalizar momentos de la personalidad, disfrutar la piel sin los límites que impone la ropa, tanto en lo sensible como en lo simbólico, una suerte de reencuentro con el propio ser más primario y elemental, y a la vez descarga de fijezas y exhibicionismo de status.
Desnudarse en espacios de recreación surge entonces como un valor de espontaneidad, autenticidad, franqueza y fraternidad.
Es la manifestación corporal, visible y concreta de un cambio en la sensibilidad pública.

La mentalidad en argentina y el nudismo

En la Argentina la práctica de nudismo es tardía respecto a Europa, nuestra sociedad no ha pasado por la epopeya histórica europea y conserva paradigmas aún de la modernidad y hasta coloniales. Y eso también se objetiva en los prejuicios respecto al cuerpo y la sexualidad.
Observamos en nuestra sociedad como la explotación financiera crece hasta generar una mega crisis, los cargos públicos se utilizan para generar monopolios privados o clientelismo, se malversan esfuerzos económicos de la población en emprendimientos insanos, la ley existe pero se aplica la mafia, y se alteran los índices feedback de nuestros procesos.
Ello genera ineficiencia en todo el quehacer ciudadano: trabajar el doble para obtener la mitad, y en esto se van horas de alienación del cuerpo, en medio de la confusión y el estrés se pierde el goce de un buen descanso y horas de familia y recreación. ¿En que lugar de nuestras prioridades puede quedar una sesión nudista?
La maduración de la autenticidad nacional y el respeto por los espacios de convivencia discurren entre procesos de autoritarismo y democracia entendida como abusos de libertad sin consenso común, democracia como dictadura de la mayoría, y medios de opinión comprados.
En resumen, somos herederos de la conquista, la colonia, la explotación racial, la república predadora de lo aborigen y del inmigrante, los impulsos hegemónicos de la generación de 1880, el materialismo, las dictaduras militares y hoy la agonía de la clase media. Pero todos estos son procesos que han beneficiado y martirizado a minorías y sectores de clases y los seguimos reproduciendo al hacer negocios, enseñar en la facultad y votar sin pensar.
En ningún momento, ni en epidemias, guerras como de la triple alianza o las malvinas, o crisis económicas como las del 2001, ni revoluciones sangrientas masivas, ni guerras civiles, hemos tenido el alcance para involucrar a toda la nación, de modo que consensuáramos un replanteo de aquellos paradigmas heredados, sino que ellos han evolucionado en nosotros más por su propia significación y lo imitado de Europa, que por nuestra definición activa.
Creo que no se han dado aún procesos de profunda reflexión de lo que es sano a nivel social para permitirnos construir personalidades sanas y auténticas, en nuestro país es común creer en realidades que no existen, y que en pocos años se derrumban, y fingir ante la ineptitud institucional y las crisis que generamos por no hacernos dueños de nuestro sentido común.
En este campo del sentido común distorsionado, el nudismo se debate con el resto de las nuevas tendencias, sexualidad, orientalismo, new age, etc, irrumpiendo como moda tardía a ejemplo de la liberación en Europa, buscando encontrar un lugar en la sociedad general.

Nudismo en Argentina, ¿hay vanguardia?

Somos pocos los que tomamos la desnudez con trascendencia.
En nuestra mentalidad local aún no hemos relajado las identidades de rol, de apelar al líder como autoridad indiscutible, de hechizarnos por discursos dominantes, o vapulear el bien común desde los masmedia, una sociedad donde nos seguimos mirando para criticarnos, o castigarnos con la indiferencia, en lugar de aceptar tener gustos diferentes que nos enriquecen culturalmente.
El nudismo aquí no escapa a los mirones que acechan de afuera compulsivamente y critican enojados, o aquellos otros que participan de los espacios nudistas para rapiñar algo que no es nudismo, hay ambigüedad y falta de sinceridad en la participación en los espacios de relación, nuevamente no hay respeto.
Veo en Argentina que se finge una vanguardia, aun nuestro sentido común no ha reflexionado y crecido, y los pocos espacios nudistas están a los sopapos con tendencias que, en el mismo proceso irreflexivo, están estancadas y no poseen flexibilidad, y me refiero con ello a los grupos de orientación sexual alternativa y a las modas masivas, y también a la mediocre incultura de los dueños de lugares, TV y concesionarios, que con permiso legal y bajo compromiso personal hacen de esto un negocio de estupidización de masas y por éxito en su mentalidad empresaria creen haber alcanzado algún grado de respetabilidad. Más chanchuyos sobre el lenguaje y las costumbres.
El nudismo es ante todo un espacio de socialización específico para el avance comunitario perdurable.
Si te interesa el nudismo en serio, hay lugarcitos respetables y sería bueno que los valores y apoyes con tu consumo allí.
De estos lugarcitos a una vanguardia... necesitamos un salto. La vanguardia es un movimiento con actitudes y acciones prácticas distintas al medio social en que se expresa, pero que de él nace, con un pensamiento elaborado y coherente que tiene por fin lograr un impacto y un cambio social.

Educación y nudismo

La incapacidad para autocontenernos, que surge de la confusión irreflexiva, y respetar los espacios públicos y los espacios definidos por una tendencia cultural, se ve flagrantemente en las incitaciones a las masas a que consuman sin detenerse a elegir y, víctimas de la lentitud para generar propuestas propias, simplemente copan interesantes propuestas alternativas y las distorsionan con el beneplácito de propietarios, municipales y organizadores que cierran números sin molestarse siquiera en hacer un esfuerzo en pro de la educación. Tener acceso a ... no es estar educado para ... apreciar el nudismo.
Y nuevamente, al mejor estilo de la dictadura de la mayoría, nos ahogan empleando el recurso de nivelar para abajo.
Luego viene algo de vergüenza por el espectáculo, “el show y los mirones”, y la gente que hace nudismo en serio que casi no vuelve.
En los espacios privados nudistas la situación no es tan expuesta, cada lugar va definiendo su target de visitantes y el derecho de admisión y permanencia en algunos se hace cumplir estrictamente.
A mi modo de ver, el compromiso con la calidad y el ser claros en el tono de la propuesta que ofrecemos como espacio de sociabilidad alternativo redunda no sólo en buenos momentos compartidos, sino a largo plazo en una educación para el visitante y el público general, y creo que en este nivel es donde se da nuestro mejor aporte a la cultura de la nación.

¿Qué explica el nudismo de hoy?

El nudismo de hoy es una práctica cultural en occidente que emerge en el siglo XX como reacción a los paradigmas de ocultamiento del cuerpo y de control institucional sobre su uso y la legitimidad del goce.
Originada en la necesidad de volver a lo natural del hombre luego del sometimiento a condiciones extenuantes tras las dos grandes guerras, europa vivió a mediados de siglo un reclamo por una nueva educación humanista inclinada hacia la libertad y la sensibilidad.
La futilidad, inutilidad y contrariedad de las ideologías y las disciplinas de control de masas de las sociedades “más civilizadas” cuyos resultados fueron las barbaries de los campos de batalla y de exterminio, quebraron las barreras prejuiciosas a la libre expresión y al disfrute personal del cuerpo, a la vez que la naturaleza fue nuevamente romantizada como santuario frente a la artificialidad de la modernidad. Las imágenes categóricas y los símbolos fijos que separaban los géneros hombre-mujer también recibieron duras embestidas.
Las escenas vistas por doquier del cuerpo lastimado, hambriento, enfermo, humillado y mutilado, mezclados entre cenizas y escombros, reducido a un número por el estado, como soldado o prisionero étnico, originaron una rebelión frente a las homogeneizaciones sociales. La escases de hombres, por los muertos en trincheras, originó cambios estructurales profundos en el rol de la mujer como dejar el hogar para trabajar y sostener a sus hijos, su ascenso en funciones públicas y el uso de actividades y vestimentas laborales cuasimasculinos.
El individuo así recobra el derecho sobre su cuerpo frente a los controles sociales totalitarios, fascistas o burgués hegemónico. La propia imagen personal se ve obligada súbitamente a cambiar para sobrevivir, dejando atrás la antigua identificación con roles sociales preestablecidos.
En la reconstrucción, surgen de este modo movimientos juveniles que usan el cuerpo y la sensibilidad con libertad y autonomía personal, con sentidos de pertenencia alrededor de motivaciones lejanas a la tradición, grupos musicales rock, moda unisex, destapes, consumo de alucinógenos, nudismo en espacios naturales, prácticas orientalistas como el yoga, el neotantra, popularización de doctrinas esotéricas, etc.
El derecho a disponer del propio cuerpo sin subordinación a las demandas del estado, o del modelo cultural, el revalúo del cuerpo sano y visible frente al uniforme, la máquina y el acero, y la igualdad ante el desastre y la muerte, permitieron un nuevo camino de relación “en y con el” mundo que expone una piel sensible y vulnerable capaz de aceptar al otro como legítimo, y de mostrarse auténticamente con los propios límites humanos, fuera de un modelo de “el cuerpo como herramienta de producción”, “el sexo como identidad de género”, “la persona como identidad partidaria frente a antagonistas y enemigos”.
Los ciudadanos de europa occidental participaron en la necesidad de reconstrucción de naciones vecinas sobre el renovado ideal de unidad de la humanidad y valores de confianza, donde los símbolos de separación nacional y racial fueran minimizados, contrariamente a la preguerra donde se habían exacerbado.
La vuelta a la fraternidad, entonces fue de la mano con una renovada exaltación del cuerpo personal, y tal vez un resurgir del canon clasicista de la antigüedad.

Ideologías del cuerpo antes de 1950

El paradigma ideológico de la preguerra se hallaba substanciado por la exacerbación del industrialismo y los nuevos mercados, el victorianismo y el nacionalismo enroscados en ideologías de progreso, competencia y dominación, que aplicado a la población mediante leyes e instituciones que ejercían un control de masas riguroso y secular provocaron una desviación cultural, fomentada por el romanticismo idealista de la modernidad, que podemos entender como el alejamiento en el modo de vida de valores espirituales cotidianos y compartidos, reemplazando la costumbre por el contrato, al hombre de carne y hueso por el hombre instrumento, una renegación del cuerpo del otro como ser sensible para pasar a manipularlo como ser explotable, tal deformación de la conciencia llevó a un fratricidio nunca antes visto en la cultura cristiano-romana-germánica. Metonímicamente, evoluciona como un cáncer dentro de sus raíces ancestrales colectivas.
Observemos como eran los paradigmas hasta entonces prevalecientes y el impacto que ellos producían en el uso del cuerpo: marcadores de clase social acentuados, rigidez en ritos de rol, opulencia en el vestir, trascendencia de los negocios, imperialismo, segregación racial y etnocentrismo europeizante, explotación de la naturaleza y áreas coloniales, cero conciencia ecológica, estricto control social coactivo, tecnificación de la educación, disciplinamiento postural del cuerpo, ritualización y protocolarización de las relaciones sociales, estandarización de la familia, condena y exclusión de formas minoritarias de relación como la homosexualidad, el aparejamiento informal, la multigamia, los hijos extramaritales, etc. A nivel hegemónico racional sucedía la primacía de la ciencia sobre el humanismo, la observancia rígida de preceptos religiosos, y una sociología de categorización y patologización de las relaciones sociales. El modo de producción originaba hacinantes concentraciones urbanas de la población, sostenidas a base de controles disciplinarios deshumanizantes. La educación imponía castigos corporales, fijaciones a roles y humillaciones hacia los niños rebeldes o diferentes. La salud culpabilizaba al enfermo, cargándolo de preceptos morales y la psiquiatría además de ejercer irreversibles tratamientos de control sobre los sistemas nerviosos desequilibrados, enjuiciaba comportamientos heterodoxos y encerraba a los extravagantes en prisiones químicas cuando no de chaleco y cemento.
Podemos mencionar decenas más de tendencias de época que constreñían el movimiento corporal y la libertad de expresión, generando una distancia incremental entre el sentir y el hacer en el contacto con los otros, un vacío en la sensibilidad. Y un constante estar al borde de “contravenir la moral y las buenas costumbres”.
La vida cotidiana definida en esos términos genera un sistema inclinado a la neurosis, la intelectualización, el ritualismo, la observancia de preceptos y la exigencia mutua, con pérdida de la espontaneidad, lo espiritual humano y del gozo sincero de la expresión y el contacto, desnaturalizando las relaciones que se vuelven más frías y calculadas, donde lo sentido en el cuerpo no tiene lugar (piénsese en el control social con el panóptico de Bentham y el rol del estado en Foucault).
Fueron necesarias dos guerras masivas para derribar esa matriz socio estructural, el sufrimiento inmediato de millones de personas, las pérdidas urbanas de las comodidades ganadas por el industrialismo, el hambre, la miseria y las enfermedades. Recién luego del agotamiento total de 1945 se minó la confianza en esos patrones de control social.
La gente común tuvo necesidad de reconstruir su vida, su barrio, su familia, buscando refugió en lo simple, lo natural y los reservorios de la tradición: la solidaridad y la reciprocidad. Ese quiebre y las nuevas prioridades hacen el cambio a la postmodernidad y explican la tolerancia, cuando no la aceptación masiva, de los nuevos usos del cuerpo, la sexualidad, el rol de la mujer y, entre otras tantas nuevas prácticas, el nudismo.

Raíces culturales del nudismo

Hagamos un viaje al pasado para situarnos históricamente en las raíces de nuestra civilización, y poder así arrojar luz en los anales de nuestra mentalidad..
Occidente ha conservado en su cultura popular, tanto como en el arte y en el pensamiento culto, una sensibilidad dominada por la herencia de los siglos de oro griegos, helénicos y romanos donde se contempló la belleza natural de la figura humana en proporciones idealizadas.
Ya los griegos eran portadores de modelos egipcios de representación del cuerpo a la que añadieron primero realismo figurativo y luego idealización.
Más atrás aún, la corriente nómade aria movida por los cambios climáticos de 7000 años antes del presente trasladó su tradición desde el centro de Asia sincretizándose con los pueblos originarios de la India, implantando sus dioses védicos y el sánscrito, mientras que otras ramas derivaban hacia el subcontinente europeo con sus bagajes de tradición guerrera épica moral y, espiritual donde se idealizaba al cuerpo por un lado y se denostaba la existencia terrena por otra mediante ritos purificatorios.
Tomando la tradición griega iniciada unos 3000 años atrás, reformulada por los romanos, nuestra cultura ha conservado a través de los siglos las esculturas y obras sobrevivientes otorgándoles en sentido clásico para convertirlos en modelos de belleza, perfección y hegemonía, modelos sobre los que las generaciones y autores posteriores se han inspirado tanto para revaluarlos y exagerarlos (gótico, renacentismo y época barroca) como para ocultarlos, fragmentarlos y negarlos (la edad media, cubismo, abstracción, entre otros) pero de ningún modo serles indiferentes.
Del mismo modo que en el arte, ha ocurrido esto con la figura humana en los usos sociales del cual la historia del arte es expresión.
Piénsese simplemente en la obra manierista y barroca de Miguel Ángel y sus posteriores intervenciones de censura con paños pintados encima para ocultar los desnudos, hasta el valor exacerbado de lo auténtico hoy con las restauraciones exquisitas que buscan descubrir las auténticas líneas de los cuerpos diseñados por el autor.
Este ir y venir por paradigmas “centrados en y alejados del” cuerpo, de separación binaria cuerpo-espíritu y reintegración romántica (en el superhombre, en los “superheroes”), ha creado de por sí en nosotros una riqueza y una serie de formas de ver y comprender los cuerpos con sus diferentes caracteres.
Por ello, para todos nosotros, la consideración “hacia y la mirada de” nuestro propio cuerpo, o el de otros, desnudos, lo que menos tiene es inocencia o simpleza, y lo que más una profunda y piadosa valoración estética. Y en el medio un berenjenal de prejuicios y valoraciones éticas.

Historia medieval, y el uso del cuerpo

Veamos como la fragua de la historia ha templado el uso del cuerpo con los hechos sociales más significativos en nuestra tradición dominante, que básicamente se forjó en Europa y que luego se implantó en América y otros continentes colonizados.
En otro apartado trataremos el sincretismo con las culturas locales y el caudal de hechos que refieren a la aculturación y las condensaciones populares de las culturas aborígenes y perduración de sus prácticas ancestrales.
Al derrumbarse la Roma decadente en el siglo IV, con las invasiones germánicas y la fragmentación de todo poder institucional, la reserva y el anhelo de algún orden y de cohesión quedo en el sentimiento popular representada por la iglesia cristiana, erigida como religión oficial del imperio casi dos siglos antes y por tanto estructurada como el estado romano.
Ella fue en principio el sobreviviente de la antigua red de cultura urbana y secular, de una identidad común para todo occidente, e imbuida de esta misión logró sostener un orden social y político sui generis en confluencia con los intereses de las elites tribales conquistadoras y bárbaras de anglos, francos, ostrogodos, visigodos, etc, de forma de mantener ideológicamente a la gran masa del campesinado leal a su poder de convocatoria.
Este campesinado era el que aportaba la fuerza laboral sostén del clero y del resto de la sociedad de la edad media, en especial sobre él recaían las exacciones y tributos que imponían las elites bárbaras guerreras que lentamente y por conveniencia cultural iban siendo cristianizadas y romanizadas por la evangelización.
En el siglo X se da forma a este modo de convivencia social con la ideología llamada Teoría de los Tres Ordenes, en la que el pueblo cristiano se resumía en el primer orden con La Iglesia que reza e intercede ante Dios por los otros dos órdenes: la Nobleza que con la espada protege a la cristiandad de los infieles, y el Pueblo campesino y artesano que alimenta y genera recursos con su trabajo para los tres.
Podemos imaginar cómo se recargaba el trabajo campesino para sostener a clérigos, nobles y artesanos contratados por éstos.
Cuando hablamos de “recargar el trabajo” significa, para todas las épocas, ni más ni menos postergar la libertad de vivir y recrearse luego de procurarse el sustento, extendiendo horas y horas la obligación de producir para que se lo lleven terceros y gocen de ello.
Esto no se logra espontáneamente sino a través de dos formas de imposición violenta: la coacción física por las armas, sobre las personas y sus bienes, o bien la manipulación ideológica por medio de las creencias, que nos hacen reconocer legitimidad en tributos e impuestos.
Una de las bases de control es educar a los niños para ignorar y ocultar la experiencia corporal alienante, donde el esfuerzo en el displacer es tolerado y hasta valorado.
Así ocurría en aquel tiempo, como lo sigue siendo hoy con otros métodos, de modo que los costos de sostener el sistema de producción feudal se “pagaban” mediante la promesa de una mejor vida en el más allá y ser una buena “y fiel oveja” a los ojos del “Señor, Creador” del cual también emanaba la contrastante realidad acomodada de los Nobles y el Clérigo. Este sistema se creía eternizado.
En su rol evangelizador, tanto del vulgo campesino como de la casta bárbara invasora constituída en la nobleza, la elite clerical prescribía conductas ético corporales restrictivas que apuntaban a entrenar al germano dominante en la lucha bajo la orientación de la fe, y al campesino para trabajar duramente la tierra y sostener las necesidades del brazo armado como de los funcionarios eclesiásticos intercesores en la Tierra bajo tales órdenes creadas por dios.
Con el devenir de los siglos, y en un largo proceso de luchas dentro de la nobleza y el surgimiento de una nueva clase social a partir del comercio, los territorios feudales se aglutinan en reinos, y estos en estados nación. En todo este proceso se manipula y controla a la población incrementando los tributos con coacción física directa así como con la conciencia del rol social, el cuerpo del hombre es devaluado frente a su función como súbdito.
Y el poder secular del estado se arroga legalmente entonces una nueva arbitrariedad: disponer en sus tribunales del destino del cuerpo de sus nacionales mientras, ahora ya las Iglesias escindidas en variantes Católica, Protestante y Anglicana sentenciaban el alma.
Así nace la institución de la Inquisición repartiéndose los castigos: con la persecución de herejías y destrucción simbólica de emergentes de libre pensamiento la Iglesia, mientras el Estado ponía al verdugo con tormentos ejemplares sobre los cuerpos para aterrorizar a las masas ciudadanas sobre cualquier intención de rebeldía.
La persona es vista por entero como perteneciente al cuerpo social, con escasa posibilidad de oponerse a los paradigmas espirituales y políticos dominantes. El cuerpo es visto como instrumento manipulable y territorio del diablo, y la cotidianidad de la cultura popular como una amenaza permanente que hay que controlar y evangelizar por todos los medios al alcance.
Mientras ello ocurre, la nueva clase social la burguesía, urbana, mercantil y más culta, se ha fortalecido y aliado a los reyes para expansión mutua, una aporta dinero y los otros poder armado. La realeza aplasta a la nobleza y consolida un poder político único dentro del territorio de cada nación europea, la organización feudal se debilita y comienza el rápido proceso en que el capitalismo absorbe los recursos: campos, mano de obra y materias primas, donde tanto las producciones urbanas como el campo producen excedentes para la actividad mercantil que alcanza mercados cada vez más lejanos.
El hombre y su cuerpo, son vistos ahora como medio de producción y generación de riqueza, se ingresa en la era llamada materialista de la modernidad. El estado y el patrón se desentienden de su realización personal, de su protección y manutención, menos aún de su gozo y salud. Las doctrinas religiosas surgen ahora como única esperanza para la vida explotada y desplazada de la tierra y el bosque que daban sustento con el trabajo, el fruto del trabajo ya no pertenece ni al campesino ni al asalariado.
La explotación se hace más insidiosa que en la era feudal, y resurge la esclavitud y se globaliza en el mundo, proceso que comienza a cambiar finalizando el siglo XIX en que se observan las ventajas de que las masas consumidoras posean mayor poder adquisitivo a fin de generar mayor creación de riqueza, concomitantes con las grandes revueltas ciudadanas.
Durante los siglos que van del XVI al XIX ocurre el proceso de expansión europea a todos los confines de la Tierra impulsados por el capitalismo mercantil, y el descubrimiento de nuevas culturas con el fin de someterlas, por intercambio y siempre después a cañonazos, a la dinámica del mercadeo.

Primer contacto con culturas nudistas

En el inicio de la expansión ultramarina del capitalismo mercantil, siglo XVI, los contactos con nuevos pueblos fueron vistos a los ojos de los cronistas occidentales con todos los filtros de sus propios procesos ideológicos de dominación social, y por ello resaltaban por contraste el uso del cuerpo más libre y desprejuiciado respecto a las vestimentas, la sexualidad y la desnudez pervertidas en aquella Europa.
En estas culturas no existía la carga que la socialización europea impartía a todas sus clases sociales a favor de la disciplina y de un pudor representativo del nivel social, e incluso de condenación histórica, con los cuales se educaba a los niños. La consigna general era inhibir los impulsos del cuerpo inclusive desde el momento del nacimiento.
Las descripciones etnográficas de estos otros sujetos humanos, llamados salvajes o primitivos, contenía no sólo los atuendos sino consideraciones ético filosóficas contrapuestas, como la inocencia y pureza de un nuevo mundo incorrupto, hasta la presencia de caracteres de animalidad, cuando no demoníacos, vistos en la permanencia de la piel al sol y los cultos naturalistas.
Si bien en todas las culturas ritualizamos el uso de vestimentas, que van del traje y corbata, al taparrabos, la vikini o las pinturas sobre el cuerpo, los ritos europeos diferían grandiosamente, en cuanto a significación y cantidad de materia puesta sobre el cuerpo, en comparación con “lo poco necesario y ornamental” que se utilizaba en las culturas americanas, oceánicas y africanas con que se toparon en la conquista.
La desnudez en los siglos de conquista y expansión mercantil desde el XVII y XVIII, siglos de grandes esfuerzos de ordenamiento institucional y control de las poblaciones, tuvo dos vías.
La desnudez parcial se asoció como digna de seres humanos de inferior capacidad, próximos a la animalidad, justificables de ser explotados por el modo de producción esclavista o pertenecientes a los estrados sociales más bajos enrolados en los trabajos manuales más rudos. Y la desnudez total que era intolerada en tal ordenamiento ideológico social.
La piel desnuda se asociaba con la tentación y el pecado. Y ante tanta prédica y prohibición, las insinuaciones y fantasías originaban más impulsos y somatizaciones sintomáticas. Hipocondrías, fobias, parálisis, histerias, frigidez e impotencia, así como desórdenes y compulsiones.
La vivencia histórica intraeuropa exacerbó sus prejuicios cuando sus portadores tomaron contacto con pueblos de un uso corporal mucho menos represivo, y desencadenaron, justificando su disciplinamiento, evangelización y explotación de recursos, la epopeya esclavista y los etnocidios más atroces y masivos que la humanidad haya conocido, en las colonias y en las repúblicas herederas después.
En los hallazgos arqueológicos se observan gran cantidad de traumatismos óseos, muchos que llevaron a la muerte, y deformaciones en los esqueletos debidas a la malnutrición, el estrés y condiciones laborales extenuantes, sobre todo en los sitios coloniales. Además se documenta un descenso vertiginoso de las poblaciones nativas por enfermedades, matanzas e imposibilidad de reproducción, en algunos casos como en islas de baleares, centroamérica y tasmania hasta su exterminio, y reemplazo por poblaciones esclavas de africanos traídos forzadamente.
Este modo de represión global sucedió desde el siglo XVI hasta el XX, la era del materialismo, donde el trato hacia el cuerpo se degradó inconmensurablemente. Los exterminios masivos de 1940 a 1945 no distan mucho de esa era, recuérdense las condiciones de vida en los campos de exterminio y las bombas nucleares.

La historia y vos

Nuevamente, y a tan sólo cincuenta años de esa era, nosotros quienes hemos legado la cultura dominante occidental, somos portadores de estas raíces, en nuestros propios usos del cuerpo tenemos impresas estas tensiones históricas. ¿te animás a bucear y descubrirlas? desnudarte, ¿es también desnudarte de lo que te controla y tensiona?